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sábado, octubre 03, 2015

La ceguera del topo







Lo que desconoce el búho, que observa al topo asomando su naricilla a ras de suelo, es que su ceguera innata no le impide percibir -usando el olfato- sus garras poderosas y su pico enmarcado en su cara redonda y noble.
Lo que desconoce el topo es que el amanecer ha teñido de rojos imposibles el cielo,
que el otoño mordisquea de marrones las puntas de las hojas, aún vivas, mientras una hilera de hormigas escala el robusto tronco de un álamo,
que la guadaña permanece inmóvil sobre la hierva desde el día en el que la granjera parió a su primer hijo, 
que las hadas que habitan el bosque cercano ansían morir para volver a nacer, aunque sea como hijas de granjero.








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