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| Bárcenas |
La corrupción en un país puede originarse en diferentes estamentos.
Estamos acostumbrados a leer noticias de otros países en las que se relatan episodios de "mordidas" perpetradas con asiduidad por las fuerzas de seguridad o por sistemas judiciales contaminados a todos los niveles.
En España, en cambio, la corrupción señala a otro estamento distinto, ya que tanto los jueces como las distintas policías, desempeñan su labor con bastante limpieza.
Este estamento al que me refiero es la clase política, por lo que el efecto devastador en la ciudadanía es inevitable, ya que es a la que periódicamente entregamos nuestra confianza
en las urnas. Que sea precisamente la que goza de mayor -o más directa- legitimidad, la que traicione a sus bienintencionados electores, usando el poder para lucrarse ilegalmente, llega a desmoralizar a un país.
Es en esta situación en la que se encuentra España, arruinada y estafada por los mismos en los que depositó sus esperanzas y encomendó en buena medida el presente y el futuro de sus familias.
La situación es irrespirable, y requiere de medidas urgentes y tajantes. España no se merece despertar cada mañana temblando por un nuevo caso de corrupción. No nos lo merecemos. El único problema es que los que pueden tomar esas medidas son los mismos que están contaminados, con lo que difícilmente se auto agredirán.
Desconozco humildemente dónde está la solución, sólo intuyo en quién está: en los ciudadanos de buena fe, y en que el poder judicial siga realizando su trabajo con honradez.
Quiero agradecer, para finalizar, la labor impagable de los medios de comunicación independientes que no se cansan de destapar e investigar casos como el de " los eres falsos", "Gúrtel", "Bárcenas", "el caso Palau" y un larguísimo etcétera.
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