Miguel decidió celebrar su cumpleaños yendo a comer a un restaurante
con la familia. De primer plato pidió ensalada de anécdotas; de segundo
un cuento con guarnición y de postre un epitafio. El camarero, negando
con la cabeza, le comentó que no tenían epitafios, pero le ofreció unas
esquelas de chocolate negro. Miguel accedió y disfrutó de la comida y
de la compañía. Antes de marcharse, dejó de propina dos chistes y un
consejo.
2 comentarios:
Felicidades a Miguel.
Un beso!
Gracias, se las daré.
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