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domingo, diciembre 05, 2010

EL CAOS


Dominique Simonnet: El comienzo de nuestra historia,
el origen del universo del que nos habla la ciencia hace
algunos años, es una explosión de luz en la noche de los
tiempos. Pero antes de interesarnos en este fenómeno,
no podemos dejar de preguntarnos por lo que había
antes.
Hubert Reeves: Cuando uno evoca el comienzo del
universo, choca inevitablemente con el vocabulario.
La palabra origen nos indica un acontecimiento que
se sitúa en el tiempo. Nuestro origen personal, por
ejemplo, es el momento en el que nuestros padres
hicieron el amor y nos concibieron. Hay un antes y
un después. Podemos fecharlo, inscribirlo en el hilo
de la historia. Y aceptamos que el mundo existía antes
de ese instante.
D.S.: Pero en el otro caso hablamos del origen de los
orígentes, del primerísimo...
H.R.:Esa es, precísamente, la gran diferencia. No se lo
puede considerar un suceso semejente a los otros. Nos
encontramos en la situación de los primeros cristianos,
que se preguntaban qué hacía Dios antes de crear el mundo.
La respuesta popular era: "¡Prepara el infierno para los
que hacen la pregunta!"... San Agustín no estaba de acuerdo.
Advirtió la dificultad de esa pregunta, que suponía que el
tiempo existía antes de la creación. Y respondió que la
creación no sólo era de la materia, sino también del tiempo,
un punto de vista bastante cercano al de la ciencia moderna.
Espacio, materia y tiempo son indisociables. Aparecen
juntos en nuestras cosmologías. Si hay un origen del universo,
también lo es del tiempo. El antes, por lo tanto, no existe.

Del libro: "La historia más bella del mundo"

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