Seguidores

domingo, abril 04, 2010

PROMETEO VS JESUCRISTO





Mi nombre es Prometeo. Soy hijo del titán Jápeto y de la ninfa
del mar Clímene. Por lo tanto soy un dios familia directa de
Zeus. Tanto ha sido el amor que he sentido por vosotras,
frágiles criaturas humanas, que algunos corrieron la voz de
que yo os modelé con arcilla, dotándoos posteriormente de
alma ayudado por Atenea. Pero no fue así. Vuestra creación
no es responsabilidad mía. Eso sí, en dos momentos de
vuestra existencia os he ayudado poniendo en peligro mi
integridad. Todo comenzó el día de la victoria de los dioses
olímpicos, acaudillados por Zeus, sobre los rebeldes titanes.
Para celebrarlo Zeus quiso que los hombres le ofrecierais
en sacrificio vuestros animales. Los hombres temíais
desobedecer a Zeus, pero a su vez no deseabais desprenderos
de la carne de vuestras reses. Al olor de vuestra angustia
decidí intervenir para ayudaros y tramé un plan ingenioso
para engañar a Zeus. Negocié con el rey de los dioses que
dividiríamos las reses en dos partes y que él tomaría
la que más le apeteciera, quedando el resto para vosotros.
En el primer montón coloqué los huesos y los cubrí de grasa
dándo volumen a la mezcla, mientras en el segundo montón
puse la carne y la piel y la enfundé dentro de las tripas dándole
un aspecto repugnante. Avisado Zeus de la partición, bajó
del Olimpo y se llevó los huesos y la grasa, quedando para
vosotros la parte nutritiva, evitando así una hambruna.
Zeus tuvo que aceptar su derrota, ante mi mayor astucia,
pero os castigó retirándoos el uso del fuego. Y ahí comienza
mi segunda intervención en vuestro favor. Con sigilo subí
hasta el Olimpo y robé el fuego que acabé repartiendo por
todas vuestras poblaciones, acabando así con generaciones
de sufrimiento en las que no habíais podido cocinar ni
calentaros en la crudeza del invierno. Esta vez, Zeus, viéndose
desautorizado por mi astucia nuevamente, decidó tomarse
su tiempo para pergeñar su venganza. Modeló una doncella
bellísima ayudado por Hefesto, Afrodita y Atenea. Y la envió
con una caja de regalo como dote para que yo la aceptara en
matrimonio. Yo desconfié de mi prometida, de nombre
Pandora, y de su regalo, por lo que se la entregué a mi
hermano Epimeteo,que se casó con ella. Pese a que Pandora
tenía la orden de no abrir la caja, su curiosidad pudo más que
su obediencia y, una noche en la que todos dormían le quitó
los seguros y la abrió, saliendo de dentro las plagas que os
atormentan desde entonces a los humanos como el dolor, las
enfermedades, la pobreza y la muerte. Sólo quedó dentro de
la caja la esperanza. Por si esto fuera poco, Zeus, cansado ya
de mis andanzas y desobediencias, decidió encadenarme a lo
más alto de un monte del Caúcaso, para toda la eternidad. Y,
todas las mañanas, mandaba un águila para que me devorara
el hígado que más tarde se regeneraba. Así pasé mi particular
suplicio hasta que Heracles, hijo de Zeus, se apiadó de mi
estado y me liberó logrando posteriormente el perdón del rey
de los dioses con el que vivo desde entonces en el Olimpo.
Espero que al ponerme en contacto con vosotros a través de
este blog, no despierte su temible ira de nuevo.
En cuanto al título de esta carta, es debido a que, en estos
días, los cristianos celebráis el suplicio de otro enviado por
los cielos que decidió interceder en vuestra ayuda y que
acabó clavado en una cruz. No sé que tenéis los hombres
que, cuando los dioses intercedemos para ayudaros, recibimos
terribles castigos.