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domingo, septiembre 27, 2009

EL PRIMER DÍA DE CLASE DE JULIA


Julia se quita los cascos al mirar el reloj. Los auriculares
quedan colgando del borde derecho de la cama, sujetos
al mp4 por un cable anudado. Incorporada, con los pies
en el suelo, vestida con el pijama de Mickey Mouse, y
la mirada clavada en la ventana, calcula que sólo le
quedan cinco minutos para salir de casa. Cruza los
brazos a la altura de la cintura, sujeta con los dos índices
y los dos pulgares, los bajos de la camiseta, y en un
movimiento certero se desenfunda de Mickey Mouse
que queda tirado en el suelo. El pantalón del pijama
resbala por sus piernas ayudado por manos, pies, el
culebreo de sus caderas y la, siempre presente, ley
de la gravedad. Pellizca la braga, tirando de ella,
hasta lograr que cubra lo que tiene que cubrir. Se
calza unos vaqueros y una sudadera roja. La cabeza
de su madre asoma por la puerta para recordarle que
las clases empiezan a las cinco. Cruza el pasillo, llega
al cuarto de baño y se enfrenta al juicio implacable
del espejo. Veredicto; culpable. Se lava la cara, los
dientes, y se cepilla la rubia melena. Veredicto; inocente.
Cuando está a punto de cruzar la puerta de la casa, se
acuerda de algo. Regresa a su habitación y se encomienda
a su tortuga de la suerte. El ascensor no llega. A Julia se
le escapa un poco de su genio por la boca. Con los restos
del improperio, todavía suspendidos en el rellano, Julia
decide descender al portal por las escaleras. Ya en
la calle, su primer impulso es lanzarse a la carrera,
pero ese vigilante que nos controla los impulsos, al
que llamamos vergüenza, le hace recapacitar. Finalmente,
adopta una posición erguida . El paso ágil pero señorial.
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academia de idiomas. Consulta el reloj. Son las cinco y
cinco de la tarde. Julia se acerca a la chica que está
sentada en la recepción, mordisqueando un bolígrafo.
¿ En qué aula comienza el curso de francés? - pregunta.
Ha empezado en la segunda puerta a la izquierda- responde,

irónica, la comeplásticos.
Al abrir la puerta, ocho cabezas giran noventa grados. Julia

se siente observada y eso le violenta.
Una voz acude a su rescate- Usted es Julia, ¿verdad? Yo

soy Gerard, su profesor de francés. Elija pupitre y disfrute
de esta conversación, ya que va a ser lo único que va a oir
en su idioma durante estos cuatro meses.

(@El grito en el cielo)

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